miércoles, 29 de febrero de 2012

La nueva ola.




“… viejo, vas a morir; cuando los pájaros se vuelven tristes, ésa es la señal…”


El enloquecido saxo de Charlie Parker resonaba en mi cabeza como un mantra grabado en lo más profundo de un océano de recuerdos que salía a flote como naufrago suplicando a Dios mientras el omnipotente sol apenas se percata de cómo se evapora- elevándose hacia el infinito- el alma de ese triste hombrecillo de poca fe. Y con gran algarabía sigue retumbando dentro de las paredes de mi cráneo el canto del Pájaro en clave bebop, traduciéndose en imperantes voces que salen de las galerías de mi cerebro, órdenes directas que siguen mi lengua y labios (porque mi lengua y labios respetan los mandatos de su gran jerarca, más no así, convenientemente, surge la rebeldía cuando están jugando de cerca con sus semejantes pertenecientes a una femina) arrancándoles inusitadamente un leve balbuceo de la desquiciada melodía, un musitar que se vuelve frenesí, logrando formar una perfecta sonrisa en mí. 

Reparo dramáticamente con el rabillo de mi ojo izquierdo una nínfula que acaba de pasar a mi lado, doy un giro total para ver cómo se aleja de mí. Todos mis pensamientos se vuelcan irreversiblemente en sepultar en mi memoria ese inmaculado rostro que solo pude apreciar por un instante, un segundo que debió ser eterno pero nada hermoso debe ser eterno; digo adiós a el Pájaro Parker y su frenético jazz, casi puedo ver como cae su disoluta melodía de mi consiente mientras toda mi atención se centra en la chica que se aleja. Viste bastante bien, informal pero elegante, estoy seguro que sabe bailar,  ella lo sabe, yo lo sé y dios lo sabe.

Dios, dios, dios siempre sonrió al nombrarlo. La chica cada vez está más lejos, luce clase en su manera de andar, en su manera de vestir, como una chica en los sesentas, pero no como una hippie, sino como una chica en una película de Godard, de súbito mi vida se torna en blanco y negro…

L'amour c'est comme une cigarette
Quand on ne peut plus s'en passer
Tout ça s'envole en fume

Merde, introduzco mi mano dentro del bolsillo interior de mi abrigo y saco un cigarro de su cajetilla-un fino cilindro de muerte- Delicados con filtro, esa será la excusa perfecta para hablar con la chica Godard.

Dame fuego, le diré.

Dentro del torbellino de fantasías, de probables escenarios, probables palabras tímidas, sonrisas discretas, miradas cómplices inmersas de ternura y de lujuria que imagino con la chica Godard al momento que pongo el cigarrillo entre mis labios se planta frente a mí un hombre; si un hombre viejo, anciano, de rasgos duros y melancolicos, de una mirada terriblemente penetrante que me hace retroceder un poco. Comienza a vociferar cosas inteligibles para mí, o que carecen de total importancia para alguien a quien se le escapa una ninfa-se escapa de mí como se escapó del paraíso- murmuro, y pienso que es una jodida y trillada frase. La voz cada vez más alta del anciano me regresa a la realidad al instante que me parece distinguir palabras como: hambre, miseria, orgullo y muerte entre su apasionado discurso. Súbitamente el viejo estira la mano, la deja extendida para mi desconcierto y él lo nota en mi seño porque se aventura a gritar – fuego, fuego. Captando su petición me apresuro a sacar del mismo bolsillo interior de mi abrigo una caja de cerillos Clásicos que había comprado unos minutos antes cuando paseaba por las céntricas calles de esta ciudad sin color y se los entrego en su cansada y curtida mano.

El viejo se aleja y me doy cuenta del recipiente de probable plástico que carga en su mano, me asalta un poco de curiosidad sobre el contenido, pero no demasiado, lo que me preocupa es que se llevó mis fósforos. Entonces el viejo se para frente al palacio de gobierno, sobre la Avenida, y vuelve a gritar cosas que no alcanzo a entender, pero sus palabras tiene un fluir suave-a pesar de lo fuerte de la entonación- tienen algo mágico, algo de armonía hay en su voz que me inunda una sensación de devastador bienestar. Termina el vetusto su canto y da paso a verter el contenido del recipiente sobre si, enarbola radiantes mi caja de cerillos, saca uno, fricción, chispa, fuego. Arde en llamas todo arde en llamas, el viejo, el mundo, mi alma. Me acerco atónito, lentamente mesmerizado por el viejo en llamas, todo enmudece, todo está en un avasallador silencio, todos los demás transeúntes se encuentran en un total estado de catatonía, pero también los pájaros permanecen quietos, los perros, los árboles, los insectos y ya estoy frente al mártir, frente a su cuerpo calcinándose, frente a su rostro expresando dolor, un dolor que va más allá del fuego que lo rodea.

Aún tengo el cigarro entre los labios, inclino un poco la cabeza y el cigarrillo se enciende; inhalo y exhalo y el mundo vuelve a tener color y movimiento: el cielo, las nubes, los árboles, las personas, los perros, los pájaros, los insectos e incluso Charlie Parker y su saxo enloquecido hacen su aparición. Me doy media vuelta, comienzo a caminar y en lo único que puedo pensar es en la chica Godard mientras el humo de mi cigarro se pierde entre el viento.

lunes, 27 de febrero de 2012

Amor es cuando dedeas a una mujer y no te lavas la mano en todo el día. Portas su fragancia con orgullo, como si hubieras descubierto el fuego, como un regalo de los dioses.

sábado, 25 de febrero de 2012

Hola Katy

Y entonces me paraba de puntitas para alcanzar más eficientemente a rociar con el liquido dorado el lavamanos del baño de la pinche Katy, mientras hago malabares con la verga sostenida en la mano derecha y con la mano izquierda acomodándome el copete que había recaído ligeramente sobre mi rostro-mi lindo rostro debo aclarar ahora que se refleja imponentemente sobre el espejo.

Y no demerita mientras realizo muecas absurdas con la esperanza de divertir mi ego ahora que las ultimas gotas de roció se resbalan por el espejo del baño de la pinche Katy. Pinche katy pendeja, me cagan las viejas, las odio, si no fuera porque siempre tengo ganas de coger…entonces mi mirada y toda mí atención se fija sobre el hermoso pedazo de tela que usas entre las piernas para cubrir tu desnudez: tus calzones colgando de la bañera con el inconfundible minino nipón estampado en el centro. Pinchi Katy, entierro la nariz en semejante manjar y me dejo llevar por toda mi lujuria, el hedor que expulsa es inconmensurable, glorioso, me aprendo de memoria el dulce olor de tu coño porque tal vez sea la última vez que lo pueda apreciar de esta forma…te odio pinche Katy.