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de la mañana de un viernes negro, negro como la noche que nos arropa a todos
los miserables que ven oportunidad de salir de sus cuevas al caer el ocaso;
como un cúmulo de cucarachas rastreras corriendo despavoridas y sin sentido
cuando se levanta la piedra (nuestro sagrado refugio) que nos mantiene aislados
del mundo exterior. Negro como el culo de Mr. Muddy Waters, negro como el culo
de México, que es geográficamente donde nos encontramos, al norte del mapa; México
es un a país tan zurrado y surrealista que el culo lo tiene en la jeta, Ciudad Juárez.
La frontera más bonita y más culera del sur de los yunaites estaits. El 2010 no fue un buen ano para los juarenses.
Decenas de muertos de harina y miles de niños conscientes de la muerte, jugando
pecho-tierra en la escuelita. Pero el juarense no se deja amedrentar por
sicarios de doscientos pesos por tatema serruchada y guachos veracruzanos. El
juarense está vivo y quiere celebrarlo. Qué importa que haya guerra allá
afuera, el juarense quiere fiesta: quiere bailar, quiere cantar, quiere coca
sin cortar. Pocas estrellas en el firmamento, el cielo es oscuro, abismal,
infinito; si no te cuidas te puedes perder en el, flotar en una eternidad peor
que tus propios pensamientos. El viento avanza a una velocidad asombrosa en
nuestra contra, como empeñado en no dejarnos seguir nuestro camino (pero sabemos
que no tenemos rumbo fijo, desvariamos como caminar a ciegas y borrachos)
se cuela a través de la ventanilla, surca mi cabello, juega con él. Cierro los
ojos por un instante solo para disfrutar este maldito momento que nunca se
repetirá. Miles de pensamientos y fantasías obsoletas entran y salen de mi
cabeza a mil kilómetros por segundo solo para llegar a la triste conclusión de
que simplemente no pertenezco ni permanezco: soy como una pichurrienta bolsa
plástica de Smart impulsada por el viento, volando y surcando los cielos como
chanate furioso, pero tienes que saber y siempre tener en mente que
irremediablemente un día nos vamos a estrellar.
Abro
los ojos. Un ruido estruendoso, ensordecedor acaba con la tranquilidad de mi
universo. Veo un impresionante abanico de luces y colores antes de poder
despertar, antes de poder reaccionar, tomar el volante y dirigirlo fuera de la
banqueta, de regreso a la carretera.
Grito
como si no hubiera un pinche mañana- ¡no mames pendejo que nos andamos dando en
toda la puta madre!- y volteo hacia el Tanate en espera de una reacción en su
jodida persona-¡no mames gueeeeeeey, me quede dormido, no mames gueeeey, a la verga!-es
su expresiva respuesta. Un segundo anterior estábamos flotando en un mundo
onírico y ahora estábamos más despiertos y alerta que si nos hubiéramos
aventado una pinche línea bien gorda y larga, inhalando con nuestras fosas
nasales a través del oscuro túnel de pelos y mocos directo hasta el cerebro
frito que nos cargamos en la cabeza; Como una inyección de adrenalina directo
al corazón que me da la lucidez para percatarme de los vidrios rotos y la
sangre en nuestro regazo, una revoltura magnifica, como imitación burda de un
cuadro expresionista.
Una
gota de sudor frío recorre complacida mi mejilla derecha mientras le hago saber
al Tanatiux de ese líquido rojo y espeso que brota desde su antebrazo llegando
hasta la base de su codo, en ese momento da un giro a su cuello para ver con
cara horrorizada lo que acabo de advertir, sugiero que nos detengamos a un lado
del camino para ver que pedo, tratar de poner nuestras cabezas en orden por un
maldito minuto y analizar que desvergue traemos porque como putazo caído del
cielo me entra un golpe de paranoia y miro hacia atrás y hacia los lados en
busca de la pertinente ley que podría ajusticiarnos por nuestro errático
comportamiento en una sociedad de naturaleza caótica y comportamiento
nihilista, pero nada: las calles están desiertas, así como lo han estado
toda la noche. La ciudad es nuestra y nada ni nadie pueden detenernos, así
recorremos sus calles y avenidas rebasando los límites permitidos de velocidad,
acelerando cada vez más en sentido contrario en este auto robado de esta urbe
repleta de soldados en cada esquina. Pero te digo que eso no nos importa, le
aullamos a la luna de manera frenética porque te juro que la ciudad de
noche nos pertenece. Recobro la artificialisima seguridad en mí mismo gracias a
la nosequechingadosnosquierenhacerpasarpor cocaesospinchismallilllasdelajuarez y
gritamos al unísono: ¡rocanrol!
2:44
de la mañana de un viernes, viernes rojo como la sangre que brota cuando
explotan las almorranas, rojo como tu sexo, rojo como el fuego. Llegamos al cantón
del Tanatos cagados de la risa cavilando
que es lo que vamos a hacer con el par de gorditas que arrastramos aquí. La tuya
de prominentes senos (algo caídos por el terrible efecto de la gravedad y como
es la ley de la vida con unas nalgas inversamente proporcional al tamaño de las
tetas, porque así es nenas, no se puede tener los dos, o es culo o tetas) con
el pelo mal teñido de una especie de rojo, completamente vestida de negro para
tratar de disimular sin mucho éxito las lonjas que se asoman de los costados de
su tosco torso. La mía en cambio es chaparra , de senos relativamente
grandes, algo de carne alrededor del culo y una panza un tanto prominente, pelo
negro, seboso y ataviada en un vestido que asemeja un camisón de embazada…y ¿cómo
nos enrollamos con estas bellezas? Nada nuevo bajo el sol, el antiguo ritual de
seducción: ir al antrillo de mierda, escuchar la basura de música que emana de
los altoparlantes, emborracharse hasta casi desaparecer las inhibiciones y
conceptos morales casi puritanos que se nos inculca en esta sociedad y poner tu
mejor cara. De la nada llego hasta mi esta fémina y ni tiempo tuve de analizar
la situación u observar su posible belleza(o en este caso la falta de) porque
ya tenía metida su lengua hasta el fondo de la garganta. Acerco mi verga a su
pubis, masajeo sus nalgas sin importarme que estoy rodeado de gente. Ahí se
encuentra querido lector, su antihéroe de escaso intelecto, panza cervecera y
cara de rata, haciendo el ridículo a media discoteca a ritmo de punchis punchis
y caray cuando te tuve. Su querido
amigo el rata, el ratón Miguelito, el Michael Jordan de las chaquetas mentales
y cogerse gorditas. Entones ella sugiere que abandonemos el lugar, que vayamos
a la privacidad, a lo oscurito y apenas salimos del lugar me percato que es
mucho mayor que yo y aparte de lo peda que anda. Llegamos a un costado del
establecimiento y seguimos con lo nuestro (apretando chichi, agarrando nalga)
hasta que ella se aleja un poco de mí, y prosigue a desechar todas sus tripas
directo a sus pies. Vomita y vomita hasta crear un charco; echo un vistazo al
collage de comida descompuesta y jugos gástricos, entonces ella empieza a
balbucear una sarta de cosas sin sentido para mí y de chingazo y sin previo
aviso se saca el vestido, lo pone en un costado y se deja caer sobre mis
piernas. Yo me quedo analizando lo mierdera de mi situación mientras trato de
hacer reaccionar a la vaca semimuerta que canta guajaca en mi regazo.
Bueno
para acabarla de chingar en eso que llega un pinche chota vestido con su flamante
uniforme tipo comando- ¿Todo bien joven?- y yo ahí tirado en medio de una
laguna de guacara con una gorda
encuerada encima de la cual no se ni su puto nombre - si todo bien
oficial, aquí mi amiga bebió de más…no se siente muy bien…ya estábamos por irnos…siiiiii-
todo esto dicho con un tonito de ternurita y poniendo carita de inocencio. El
culero nada más pone esa pinche expresión que ponen los pinches puercos de que
se las saben de todas todas: la mirada desafiante, la sonrisa chueca y ese aire
de superioridad que tanto se cargan.- ¿Qué pedo con la ruca?, ya la tienes
encuerada y toda jetona-me inquiere el marrano- le metiste unas pastas en los
guisqis, ¿verdad? cabrón-y yo nomas pelando los dientes picados-. A ver qué
chingados traes de loquera morro: un toque, un pasecito o ¿qué pedo? Pinchi
escuincle tienes cara de puto y mariguano.- y le alcanzo a contestar con
vocecita de pito flácido-no senior oficial, como cree. Vive sin drogas, jeje.
Cero mois, y en las narices nomas me meto los de dulce pa sacarme los mocos.-Y
me pela los pinchis ojotes rojos de diablo coco no, coco, no-Déjate de
pendejadas o vas directo al botellón después de ponerte tremendos macanazos en
la mollera, pa que vayas preparando tu culito pa que te reciban dos, tres
Aztecas vergones y violadores-y yo mudito, mostrando la dentadura amarilla,
pidiendo clemencia con la mirada de borreguito-Entonces chavo, ¿cómo le
hacemos?-, y yo obviamente sin un puto peso en los bolsillos, ni nada de valor-
Aguante paro oficial ya nos vamos, usted sabe que yo de poder si me acoplo pero
ahorita ando quebrádote, aguánteme las carnitas ¿se acopla o qué?- le digo con
tal condescendencia que llega un punto que me asqueo más que el olor de las guácaras
de la gorda, entonces ocurre el milagro-Ora pus pero ya le ganan de aquí pobre
diablo, y te llevas a tu pinche Keiko agonizante en playas californianas- gracias
San Juditas huevos de oro. Ya entonces hago entrar en razón a esta pinche morra
de que se vista y se levante como Lázaro de entre los muertos, la convenzo de
ir a casa del Tanatiano, le marco al susodicho, sale acompañado de la amiga de
esta culera, nos trepamos al Tsuru madreado de nuestras damiselas (después de
buscarlo una media hora como imbéciles beodos en el estacionamiento) y llegamos
a casa. Hogar, dulce hogar.
Ahora si estoy en el cuarto con un puñado de condones del ISSSTE y una vagina lista para ser penetrada. Agarro el colchón, lo alzo al suelo, me encuero, la encuero y me tomo un momento para ver las profundidades de pliegues de carne donde me voy a sumergir esta noche. Esta más desgraciada de lo que podría pedir pero tú sabes: solo dios perdona. Comienzo besándola por todo el cuerpo (evitando la boca con tufo a tripas), sujeto sus enormes nalgas, sus senos, succiono ambos pezones y bajo en línea recta pasando por su obligo y su inflamado vientre hasta llegar a la selva negra donde sumerjo mi nariz y lengua en una alfombra de pelos y pliegues carnosos. Pero no pasa menos de un segundo estando ahí cuando un terrible hedor proveniente del área me advierte que debo retirarme lo más de prisa de ahí. Retirada mis valientes. Un olor indescriptible, tal vez solo comparable con el de una cubeta de cabezas de pescado putrefacta, o el de mi camaroncito erecto que no ha conocido agua y jabón en días. Me asquea de una manera terrible, provocando una ira de mi parte hacia su persona. Entonces fijo mi vista sobre su horrible rostro, el sudor goteando a cantaros sobre su jeta de borracha, trato de pasar este hecho por alto, sujeto su cabeza contra mi entrepierna a manera de hacerle entender que me aplique un fellatio (una mamada pus) y la muy culera se niega y me dice que se la meta de una vez, que ya me deje de mamadas (literal). Esto me hace encabronar al punto de ponerme el condón y dejársela ir de chingazo, lleno de ira cavernícola: procedo al viejo mete-saca con una furia y odio hacia esa jodida obesa apática que acabo antes de darme cuenta expulsando un chingo de mecos, gotas de semen atrapadas en una pared de látex jodiendo por siempre su único propósito de existir, lo enrollo, lo aviento y me recuesto a un lado de la masa amorfa balbuceante. Ya una vez yo intentando ingresar al mundo de Morfeo (hacer la meme agarrando de cómodo almohadón de sebo una de sus chichotas) me doy cuenta que una mano toca el pedazo de carne flácido que tengo entre las piernas: lo jala, lo estruja pero todos sus intentos son en vano, esa madre no va a resucitar hasta dentro de tres días quizá.
Ahora si estoy en el cuarto con un puñado de condones del ISSSTE y una vagina lista para ser penetrada. Agarro el colchón, lo alzo al suelo, me encuero, la encuero y me tomo un momento para ver las profundidades de pliegues de carne donde me voy a sumergir esta noche. Esta más desgraciada de lo que podría pedir pero tú sabes: solo dios perdona. Comienzo besándola por todo el cuerpo (evitando la boca con tufo a tripas), sujeto sus enormes nalgas, sus senos, succiono ambos pezones y bajo en línea recta pasando por su obligo y su inflamado vientre hasta llegar a la selva negra donde sumerjo mi nariz y lengua en una alfombra de pelos y pliegues carnosos. Pero no pasa menos de un segundo estando ahí cuando un terrible hedor proveniente del área me advierte que debo retirarme lo más de prisa de ahí. Retirada mis valientes. Un olor indescriptible, tal vez solo comparable con el de una cubeta de cabezas de pescado putrefacta, o el de mi camaroncito erecto que no ha conocido agua y jabón en días. Me asquea de una manera terrible, provocando una ira de mi parte hacia su persona. Entonces fijo mi vista sobre su horrible rostro, el sudor goteando a cantaros sobre su jeta de borracha, trato de pasar este hecho por alto, sujeto su cabeza contra mi entrepierna a manera de hacerle entender que me aplique un fellatio (una mamada pus) y la muy culera se niega y me dice que se la meta de una vez, que ya me deje de mamadas (literal). Esto me hace encabronar al punto de ponerme el condón y dejársela ir de chingazo, lleno de ira cavernícola: procedo al viejo mete-saca con una furia y odio hacia esa jodida obesa apática que acabo antes de darme cuenta expulsando un chingo de mecos, gotas de semen atrapadas en una pared de látex jodiendo por siempre su único propósito de existir, lo enrollo, lo aviento y me recuesto a un lado de la masa amorfa balbuceante. Ya una vez yo intentando ingresar al mundo de Morfeo (hacer la meme agarrando de cómodo almohadón de sebo una de sus chichotas) me doy cuenta que una mano toca el pedazo de carne flácido que tengo entre las piernas: lo jala, lo estruja pero todos sus intentos son en vano, esa madre no va a resucitar hasta dentro de tres días quizá.
Le
advierto que deje de chingar, me subo la trusa flameada y bajo a la cocina por
un vaso con Ron Reyes (Chavo Pederasta) y a fumar un cigarro. Para mi sorpresa encuentro al
Tanatin ahí abajo, prendemos un toque que se encontraba en un cenicero y llega
la risa de complicidad.-Hasta acá se escuchaban los alaridos de tu morra,
Tanalberto. Parecía marrana en brama, y tú ordenándole a la suripanta: dime
Tanamante, Tanamaster of Muppets Babies, pinche Miss Peggy- y el
Tanatatatatatatyayayaya nomas se desternilla con esa risa loca que tiene. Regresamos
cada quien a su respectiva habitación con su vagina en turno, listo y
determinado a aguantar otro encuentro con esa pinche luchadora de peso completo
de sumo. Muy ojete y asquerosa estará pero ya se me paro otra vez y en algún lugar
caliente y húmedo necesito entrar. Pero esta morra ya está más muerta que viva
y no hay manera de hacerla despertar, no encuentro movimiento alguno ni una
mísera reacción o balbuceo estúpido de su parte. A apunto de la resignación se
la meto a si mero y sin condón. Tomo sus pesadas pezuñas y las coloco sobre mi espalda, me dejo caer
sobre su vientre y continuo con el mete-saca, mete-saca. No soy aficionado a la
necrofilia pero creo que esto es lo más cerca que estaré de follar a un
cadáver, un cuerpo inerte y desprovisto de belleza que al fin y al cabo cumple
con su cometido. En este momento soy un animal carroñero, nada más me importa.
Acabo,
me visto, me reencuentro con el Lic. Tanate, dejamos a las dos vacas muertas,
frescas y con las moscas revoloteando alrededor de la carne muerta, tomamos las
llaves del vehículo de una de las damas y decidimos ir por unas cervezas
clandestinas y unas tortas de colitas de pavo. Recorrer la ciudad de noche: sus
luces, sus caminos, nos pertenecen.
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de la mañana de un viernes, viernes azul como el cielo que nos sirve de techo,
como el inmenso mar que nunca he visto o como los ojos de esa ninfa con cara de
ángel y tetas grandes que amo y que nunca me correspondió por ser una rata
negra y callejera, sin hogar sin hembra y sin feria. Llegamos al chante en un
auto que no es nuestro hecho mierda del lado del piloto, el vidrio
roto del retrovisor del lado ídem y los asientos teñidos de un guinda
profundo tipo sanguaza contaminada. Trasnochados de sonrisa cínica y mirada
perdida. Me bajo a ver la magnitud extraordinaria del cielo, a
sentirme insignificante, a clavar la mirada en el horizonte, presenciar el
nacimiento del alba, de un nuevo día, purgando todos los errores y pecados
cometidos en la noche que convalece ante el omnipotente y omnipresente astro
rey. Una gama impresionante de colores aparece ante mis ojos, tonos que van del
naranja al rosa y púrpura, todos bailando alrededor de mi iris. Respiro una extensa
bocanada de aire fresco y le ataco un mordidon a mi torta de colitas de pavo.
Soy de energía pura, te juro que puedo opacar hasta el mismo sol. Puedo subir y
pararme enfrente de las puertas del edén para escupir a Dios entre los ojos.
Soy como Jesucristo Caza vampiros con guitarra eléctrica y un pedal de
distorsión. Soy el rey rata, puedo hacer cualquier cosa. Así es la vida y a si
es la muerte: todo lo que puedes hacer es pararte de frente al abismo con
un cigarrillo sostenido en tu mano y una jodida sonrisa de oreja a oreja en tu
lindo rostro.
Entonces
procedo a vomitar las colitas de pavo.
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