viernes, 13 de febrero de 2009

juventud en xtc

5:14. Llevo cerca de media hora viendo fijamente el monitor de la mac de la pinché S. El protector de pantalla me hipnotizo totalmente; me dejo en un estado de completa alienación o tal vez pudo haber sido el cocktail de vodka-prozac qué me tome hace rato. La verdad es qué ya no estoy seguro de nada, el vodka era de malísima calidad pero eso no importo a la hora de vaciar la botella...

Prozac, prozac, creo qué llevo toda la vida tomándolo, ingiriéndolo, tragándolo. Le dijeron a mis padres: se utiliza para contrarrestar el malestar existencial de su pequeño rayito de sol. Antidepresivo qué estimulara la producción de serotonina, sustancia cerebral qué dará como resultado una mayor auto confianza y amor por sí mismo, en otras palabras: será más feliz. O en otras palabras más precisas: la mejor solución para qué su chamaco no sé de en la madre al crecer, será mantenerlo drogado el resto de su vida...

Al menos mis padres se pueden quejar de todo menos de gastar su modesto capital en mi. Gracias al desencanto y mi aparente apatía ante la vida, aseguro la ausencia de sueños y metas qué mis padres con dificultad pudieran haber costeado.

De repente me percato del porro de marihuana en el cenicero junto a los camels de la N.

A punto de su inminente extinción, inhalo y exhalo lo poco qué le queda de vida, dejando una estela de humo verde sobre toda la habitación. Qué raro no recuerdo haberlo prendido, es más ni siquiera recuerdo el momento en el qué lo forje.

Nadie mas pudo haber sido además de mí. A. y la S. llevan rato durmiendo sobre la cama de esta; parece cama de motel de paso, esas habitaciones que se pagan por hora con la intención de saciar tus más profundas fantasías. Me imaginaba el catre lleno de semen, sangre y pelo pubico. Me asqueo la sola idea de recostarme sobre el fétido colchón, pero a ellos no les importa con tal de saciar su necesidades más básicas y humanas; por eso odio la calidad del llamado "ser humano". No importa si eres hombre o mujer, niño o anciano, maricón o macho mexicano, puta o virgen con ojos de borreguito asustado o de Heidi la infame niña de las montañas, el sexo te puede llevar hasta el cielo o lo mas profundo del infierno más rápido qué un adolescente precoz eyaculando sobre la palma de su mano.

-¿ entonces de quien es el cigarro de mota sobre el cenicero?

Dije, pero nadie respondió. Seguían durmiendo los dos, abrazados, soñando con la basura mundana y banal con la qué sueñan aquellos jóvenes sin alma, hijos del hastió y el aburrimiento.

Bueno de la N. no puede ser, por considerar la marihuana para nacos. Tampoco es de F., puesto que se fue a coger con N. a la habitación de al lado y siempre sale con la mamada de que si se pone muy grifo después ya no se le para. Pinché vieja me caga la madre. Todo la mañana estuvo chingando con qué la llevaran al rave, de moda entre la juventud perfectamente vacía y superficial.

"O sea, es lo más "in" ahorita. O sea weeeeey tenemos que ir". Le dijo N. a A.

-Pero te llevas a tu amiga S., qué desde hace rato le traigo ganas.

-¡Okey!

La verdad es que no tengo ni puta idea de porque estoy aquí. Había decidido quedarme en mi casa para releer a Huxley, me habia comprado un aceite mas temprano y esperaba que podria entender mejor de que demonios estaba hablando yendo por el camino amarillo que me mostraba hoffman. Pero por alguna extraña razón decidí ir al rave, sera porque a diferencia de otros yo prefiero vivir que leer. Llegue por mi cuenta y no han pasado ni cinco minutos y ya quiero abandonar el lugar. De dimensiones bastante pequeñas para la cantidad de gente qué baila, se contonea, bebe, fuma o sonríe con una mueca de total hipocresía; una felicidad falsa y efímera que les durara hasta qué les llegue la resaca al día siguiente. De pronto empiezo a ver el lugar cada vez más reducido y a escuchar el ruido, la música y cada conversación en el antro a la vez. Comienzo a sentirme mareado y me percato de qué estoy sudando frió, un fétido olor entra por mis fosas nasales y siento qué quiero vomitar mis entrañas. Ya no aguanto más tengo que abandonar el recinto y me dirijo hacia la puerta cuando escucho una voz gritándome a lo lejos:

-¡D. cabron, acá estamos!

La voz me resulta familiar y me regresa a la calma y la realidad, volteo y ahí esta el F. haciendo ademanes para llamar mi atención. Me acerco a su mesa y examino a los cuatro: F. con su jeta de felicidad al verme, casi me enferma, al parecer el guey encuentra muy divertido la forma en la que desprecio a la gente.

Sentada a su lado esta la puta de N., con su mueca de "qué haces aquí rarito". Del otro lado de la mesa esta A., pero el guey ni se fija en mi llegada, mantiene su libidinosa mirada en el escote de su acompañante. La chichona se presenta:

-mucho gusto me llamo S. o J., como gustes decirme.

Tanta amabilidad me asquea y hace dudar. ¿Qué clase de puta es esta que demuestra tanto afecto a un desconocido y peor a alguien como yo?, Prefiero no contestarle y mejor prendo un cigarrillo. Ella se queda con una mirada de incertidumbre y A. dice con ánimos de calmarla:

-no le hagas caso, es un pinché rarito.

Continuo mirando la pista de baile de manera indiferente. Solo esperando a qué la pasta qué me dio N. haga su efecto. En eso se basa nuestra supuesta "amistad", yo le rolo unas cuantas de mis prozac para que pueda dormir y ella me consigue extasis con sus compás los ravers, de seguro a cambio de unos cuantos favores sexuales...

Blowjob, blowjob, la palabra resuena una y otra vez en mi mente a ritmo de melodía infantil mientras me dirijo a la barra. Pido una indio, es la tercera en la noche y yo sigo impaciente a qué me llegue el rush de la pila; igual y la pinché N. me hizo péndejo y me dio una aspirina, no lo dudaría de la puta esa.

Qué calor del carajo esta haciendo aquí, desearía estar bajo una lluvia torrencial o tirado sobre la nieve haciendo angelitos. Quiero otra indio bien helada. También se me antojo un cigarro, voy y le robo un camel a N., nomás se me queda viendo y antes que pronuncia palabra alguna la mando callar-chupame las bolas- le digo y sonrio. El punchis punchis esta a todo lo que da y no puedo evitar sentirme aislado de la mayoría de la gente; como decía el orientador de la secun: un inadaptado social.

Ya son mas de las doce y seguimos en este antrillo de mierda. El dj sigue haciendo lo suyo: poniendo y quitando discos y haciendo esos efectos y tocando esa música que parece la de las maquinitas qué jugaba en mi infancia. Seguro es lo más "in" entre la juventud alivianada pero para mi es pura mierda. Las pantallas reproducen imágenes de otros raves, en Europa supongo. Chavos extasiados y alegres a más no poder. Las luces empiezan a marearme y le doy el ultimo trago a mi cerveza.

Quiero largarme de aquí, la gente me incomoda de suma manera. A mi lado un chavo en completo trance saltando y agitando los brazos mientras grita: ¡buena vibra!. Lo primero qué se me ocurre es caerle a chingazos al pobre péndejo, pero para qué molestarme; preferiría matarlo a hachazos antes de soltarle un golpe en su rostro de eterna felicidad y "buena vibra".

De repente algo llama mi atención. Reconozco la letra que emana de los audio parlantes: "how does it feel to treat me like you do" . Me parece estupida la idea de ponerle esta canción a un montón de ignorantes sin personalidad.

-es como darle diamantes a los cerdos, murmure.

"how does it feel to treat me like you do " , y para mi mayor sorpresa me encuentro bailando a media disco. No sé cuanto llevo asi. Me empiezo a sentir estupido pero no me importa, lo único qué quiero es seguir bailando.

Y ahí sigo fumando camel tras camel, esforzándome por bailar lo mejor posible. Casi me siento en sincronía con el movimiento de las luces, con el retumbar de los bajos y completamente alineado con el resto de los participantes, a tal grado qué en un momento de lucidez, me sentí completamente asqueado por mi situación.

-joder, larguémonos de aquí.

Ordeno y F. me sigue la corriente. Trata de convencer a A. de ir a un bar: "el camellos", ahí la cerveza esta barata y además le pueden conectar un pase ya qué en toda la noche nomás las anfetas se ha echado. La verdad entendía se necesidad por la coca; todos requerimos nuestras propias drogas: euforizantes (anfetaminas, cocaína, alcohol, nicotina), sedantes y depresores (opiáceos —heroína, morfina—, benzodiacepinas —ansiolíticos, relajantes musculares e hipnóticos-- cannabis e inhalantes), y alucinógenos( ácidos--LSD, peyote --mezcalina). Y no solo esas cada ser humano tiene su adicción: al trabajo, la familia, el sexo, al consumismo etc. Siempre sé esta atado a algo y nuca seremos realmente libres. Incluso cuando uno esta bajo el efecto de algún alucinógeno, en un estado de completa megalomanía el ser se siente completamente libre, pero no es más qué una libertad utópica, inexistente.

Regreso a la mesa para tratar de poner mis pensamientos en orden, pero resulta tan útil como ponerle gafas a un ciego.

Recuerdo la ultima vez que vi a M. tenia la cara rojísima, como los tomates con sal que tanto le gustaban comer. Estuvo llorando cerca de veinte minutos y yo solo viendola(no soporto ver a alguien llorar, ni siquiera en television, me incomoda igual que cuando uno es niño y algun viejo imbecil te sermonea).Se quito las gafas y quede completamente catatonico. La verdad ya no recuerdo si la habia visto sin ellas antes, pero nunca como ese dia. "no creas que lo hago porque no te quiero"…"las cosas ya no son las mismas"…"tu me entiendes no"…la mire fijamente a los ojos tratando de hallar algo que ya no estaba ahí-chupame las bolas- le dije y me fui.

Los flashbacks inundan mi mente de pronto amenazando con destruir la poca cordura que me queda. Un ruidero infernal pero familiar ala vez me regresa a la realidad.

5:43. Estoy otra vez en el cuarto de S. y mis compañeros duermen. Ya amaneció y me percato de que el ruido que me despertó proviene de la tele, la jodida caja idiota. Un vidente a la Walter Mercado lee las cartas en un estupido programa matutino de televisa. Con animadoras buenotas con un coeficiente intelectual inversamente proporcional al tamaño de sus senos. El "médium" anuncia como un Nostradamus travestido el inminente fin del mundo. Me da tanto asco que no contengo las ganas de vomitar las quesadillas que me trague anoche. Te tragas la depresión y el aburrimiento con cerveza, vodka y un chingo de pastillas que te receto el doctor, solo para volverlo todo en las mañanas de arrepentimiento y cruda existencial .El señor autodestruccion, mi enemigo son mis propias neuronas. Entonces volteo a la tele y me percato de que ese gordo horrible sigue hablando sobre el fin del mundo como lo conocemos. Pues ojala que si se acabe porque en dos horas tengo examen y un dolor de cabeza de la chingada...














este intento de cuento fallido lo escribi hace unos 4 o 5 años. cada vez que trato de leerlo me detengo por el asco que me provoca. pero bueno soy un exhibisionista, me gusta hacer el ridiculo en publico.